lunes

La Carta


(18 de Mayo de 2012- 20.45 p.m.)

No siempre es fácil recibir una carta, sobre todo cuando esa carta la remite la Unidad de Mama del Hospital  Virgen de Valme y tú ni siquiera te acuerdas de que hace solo unos días te sometiste a un reconocimiento preventivo y rutinario.  

No, no es fácil.

Incapaz de abrirla por el momento, comienzas a darle vueltas y más vueltas entre tus manos con dedos temblorosos, intentando adivinar que palabras han escrito en su interior. La dejas sobre la mesa, la vuelves a coger, la vuelves a soltar y de cuando en cuando miras tras la ventana como se empieza a romper  esa tarde de primavera. “Primavera Maldita”, te dices. Y a vueltas de nuevo con la carta.

En un arranque de valentía te arrojas a abrirla, todo sea por aplacar ese loco corazón que te late inmisericorde en la garganta, (por aplacarlo o por destrozarlo).  Una nueva mirada a la ventana y rasgas el sobre incapaz de controlar tu temblor.

Primero la lees de corrido para terminar pronto y te saltas más de dos y tres palabras. No has entendido casi nada. Pero ya has hecho lo más difícil, por lo que vuelves a leerla de nuevo, esta vez más despacio y consciente de lo que lees. La dejas  suavemente sobre la mesa y de nuevo tus ojos vuelven a la ventana.



La tarde se ha roto por completo.

jueves

La Realidad


Ya lo sabe. Después de casi 15 meses envuelta en un galimatías de palabras sin sentido, explicaciones incomprensibles, respuestas sin lógicas, hoy ha sabido que su Papá no se ha olvidado de ella, que no se ha ido a jugar con la luna y las estrellas obvíando a su tesoro, que los Papás no se alejan ni  dejan de querer a sus hijitas por voluntad propia por muy bien que se esté en el Cielo o dónde quiera que sea.

Hoy ha sabido que su Papá ha muerto, que murió sin querer morir por no alejarse de ella, que una terrible enfermedad se lo llevó a otra dimensión desde donde sigue viéndola y queriéndola, y visitándola a cada momento aún sin que ella no pueda verlo a él.

Y aún a sus casi tres años de edad ha llorado. Ha llorado mucho, porque ha sentido la liberación de  haberse sentido abandonada durante tanto tiempo, y sobre todo porque ya sabe que no volverá a ver a su Papá nunca más.

Y Su Mamá ha llorado y ella le decía "Mamá no llores", y yo he llorado (y lloro) porque ella no podrá volver a ver a su Papá ni yo a mi Hijo, y porque me duele su dolor que va aleado con el mío.

Que dura es en determinadas situaciones la vida, que duros esos momentos por los que te hace pasar, que duro tu dolor y el de aquellos que amas, que tanto significan para ti.

Me queda la satisfacción de que estamos haciendo lo correcto guiados por manos expertas. Vamos todos a una para que se siga el curso establecido por la leyes de la naturaleza. Aunque cueste.

Te quiero tanto, Pequeña. Te quiero tanto, mi Bien.

martes

Vida


Tantas veces me he preguntado en dónde se encuentra la verdadera armonía del mundo que me hace palpitar a la vida…

Y es simple, tal vez demasiado simple, de sentir...

La siento en el verde que me rodea, en las bajas orillas de los helechos, en las frondosas copas de los pinos o de las cañas de bambú que crecen formando macizos ramos orientales.

La siento entre los pliegues de organdí de los visillos de mis ventanas, chantillí que el viento hincha y los empuja hacia la terraza: en los caminos empedrados que soportan el peso de mis pasos, en los aleros de los tejados que derraman el durante las tormentas…

Latidos del espacio, palpitar de la vida.

Imagen de: Bogna Patricia Altman